Uno muchas veces quiere ser un ave que echa a volar, sin las alas rotas, por un paraíso no fabricado por el hombre y en el que puede amar en libertad, sólo en cuerpo y alma. La vida son dos días dicen, uno para caer de pie y otro para amar en cuerpo y alma. Pero llegó uno de esos dos días el hombre y se impuso como animal racional capaz de racionalizar a todos los animales, lobo para el hombre y todo lo que le rodea. Hoy me pregunto cuando paseo por el parque dónde están sus aves, y las encuentro entre redes pendientes de no ser infectadas por el famoso NH51 que todos conocemos como gripe aviar. A uno le duele verlas sin espacio para alzar sus alas, y luego dicen que afuera hace frío. Pero muchas están en un rincón, donde parece que no hay vida, como si cumplieran condena. Mientras, otros racionalizamos su vida como si nuestra se tratase. Aquí os dejo las fotografías que realizaba en mi tiempo libre cuando trabajaba en VIVA CÁDIZ y os dejo la última cuando ya me iba de mi ciudad natal para estudiar fotografía a Granada, la que me obliga a escribir este comentario (también os dejo las de las palomas que no son santo de mi devoción pero que también tienen derecho a ser libres). Añoro pasear por el parque, añoro todo aquello que con mi cámara tenía que perseguir y correr detrás de ello como si fuera un niño porque estaba lleno de vida. Ya nadie se acuerda de lo que fue el Jardín del Edén, ni dónde están todos esos animales, de un parque mítico y legendario de la capital gaditana.
1 comentario:
Preciosa la foto de las palomas. enhorabuena!
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